¿Te da miedo reírte a carcajadas o saltar en tu clase de gimnasia, preocupado porque incluso una pequeña risita o una sentadilla puedan provocar una vergonzosa mojadura? No es la única. Las pérdidas de orina afectan a millones de mujeres -y también de hombres- y suelen empeorar con el tiempo. Pero al contrario de lo que muchos experimentan, la incontinencia no es un resultado inevitable del parto o del envejecimiento. Recuperar la confianza y la libertad es posible con soluciones sencillas. En esta guía se describen las principales causas de las pérdidas de orina, cuándo buscar la ayuda de un experto y las medidas prácticas que puedes adoptar para vivir de forma activa sin tener que ir constantemente al baño ni utilizar compresas.
¿Qué son las fugas?
Por fuga se entiende la pérdida involuntaria de orina, gases, mucosidad o heces. Varios tipos de incontinencia urinaria ocurrir:
- Incontinencia de esfuerzo - Pérdida de orina cuando aumenta la presión en el abdomen y la pelvis, como al toser, reír, levantar peso o hacer ejercicio. Es el tipo de pérdida más frecuente.
- Incontinencia de urgencia: ganas repentinas e intensas de orinar que provocan accidentes antes de llegar al baño.
- Incontinencia mixta - Se produce una combinación de incontinencia de esfuerzo y de urgencia.
- Incontinencia por rebosamiento - Asociada a la dificultad para vaciar completamente la vejiga. Las pérdidas suelen ser de menor volumen.
- Incontinencia funcional - Tener un control "normal" de la vejiga pero seguir experimentando pérdidas de orina debido a factores como una movilidad deficiente que impide acceder al baño con la suficiente rapidez.
Aunque las cifras exactas varían según los estudios, la mayoría de los expertos estiman que 1 de cada 4 mujeres sufre pérdidas de orina molestas. Por diversas razones, como la vergüenza y las ideas equivocadas, hasta 75% nunca buscan ayuda adecuada. Pero no basta con "vivir con" las pérdidas o planificar las actividades conociendo todos los lugares del baño.
¿Qué causa las fugas?
Mantener la continencia intestinal y vesical depende de la compleja coordinación entre los músculos del suelo pélvico, los abdominales, las vías nerviosas, las señales cerebrales y otras estructuras de apoyo de la pelvis. Cuando cualquier parte de este afinado sistema se debilita o sufre daños, pueden surgir problemas.
Las causas más comunes son:
- Embarazo y parto vaginal. El estiramiento de los tejidos durante el parto suele dañar los nervios/músculos del suelo pélvico. Factores como la longitud/tamaño/posición del bebé y si se utilizaron fórceps influyen en el grado de traumatismo.
- Menopausia y cambios hormonales. La disminución de estrógenos adelgaza el revestimiento de la vejiga y otros tejidos pélvicos. La sequedad y la menor flexibilidad causan irritación. La disminución de los niveles de testosterona en varones de edad avanzada también influye.
- Aumento de la presión abdominal. Los esfuerzos repetidos debidos al estreñimiento, la tos crónica o algunos patrones de ejercicio/movimiento sobrecargan los tejidos del suelo pélvico. La obesidad es un riesgo clave, ya que el sobrepeso abdominal aumenta la presión.
- El propio envejecimiento. Con el paso de los años, se producen lesiones nerviosas graduales y se debilitan los tejidos. La capacidad de la vejiga también puede disminuir con el tiempo.
- Infecciones e irritantes. ITU, las infecciones por hongos o la sensibilidad a ingredientes como la cafeína, los edulcorantes artificiales o los cítricos provocan señales de urgencia.
Una evaluación adecuada de las fugas es importante
Dado que existen numerosos factores diversos y varios tipos de fugas, es crucial realizar una evaluación exhaustiva antes de iniciar el tratamiento. Un historial detallado, métodos de prueba especializados, posibles análisis de sangre y otros diagnósticos permiten realizar determinaciones clave como:
- ¿Qué forma o formas de incontinencia se producen? La incontinencia de esfuerzo, de urgencia y por rebosamiento tienen mecanismos y tratamientos muy diferentes. El control del volumen de orina y los diarios de pérdidas proporcionan pistas sobre el tipo de incontinencia.
- ¿Problemas con los músculos del suelo pélvico? ¿Están estos músculos debilitados o hiperactivos/dolorosos? ¿Capacidad de coordinación? ¿Qué intensidad de ejercicio y postura/movimientos desencadenan fugas?
- ¿Podrían contribuir a ello daños en el sistema nervioso o cambios hormonales o tisulares? A menudo resulta útil localizar los puntos de compresión relevantes, como nervios restringidos o bandas de tejido conjuntivo.
- Descartar posibles infecciones o irritaciones de la vejiga, atrofia vaginal, estreñimiento, pinzamientos del nervio espinal u otros síntomas que puedan perpetuar las pérdidas.
Las terapias conservadoras ofrecen esperanza
La fantástica noticia es que la mayoría de los tipos y causas de pérdidas, incluso a largo plazo, responden muy bien a un tratamiento no invasivo y no quirúrgico. Contar con la orientación adecuada de un experto no solo reduce los molestos síntomas actuales, sino que, lo que es más importante, facilita la prevención de un empeoramiento progresivo años más tarde.
Las terapias conservadoras se dirigen a las causas profundas mediante ejercicios correctivos/entrenamiento del movimiento, reeducación de la respiración, estrategias de digestión/eliminación de residuos, modificaciones del estilo de vida y uso de soportes externos si resulta útil. Algunos ejemplos son:
Ejercicios de rehabilitación del suelo pélvico/núcleo
- Fortalecer los músculos débiles
- Restaurar la flexibilidad de los tejidos acortados y tensos
- Volver a coordinar los patrones de disparo disfuncionales.
- Reeducación neuromuscular para la memoria muscular
- Mejorar la resistencia y la capacidad de contracción rápida
Reeducación postural, respiratoria y de movimientos
- Estrategias para descomprimir en lugar de aumentar la carga sobre el suelo pélvico
- Reducir las posturas/actividades que desencadenan fugas
- Mejorar la estabilidad lumbo-pélvica para actividades dinámicas
- Asociar inhalaciones/exhalaciones a las fases del movimiento
Modificaciones dietéticas
- Identificar y evitar irritantes de la vejiga como la cafeína, los edulcorantes artificiales, el glutamato monosódico o los cítricos.
- Prevenir o aliviar el estreñimiento
Reeducación de esfínteres
- Resolver la señalización de urgencia que provoca fugas
- Restablecer los hábitos normales de frecuencia/volumen en el baño
- Superar el miedo a las fugas que impide llenar la vejiga
Obtener apoyo adicional cuando sea necesario
Si la participación dedicada a los cuidados conservadores exhaustivos durante al menos 3 meses no consigue la reducción deseada de la frecuencia/volumen de las fugas, puede ser necesario considerar opciones más invasivas y arriesgadas. Entre ellas se incluyen:
- Medicamentos - Relajantes musculares, antiespasmódicos, cremas con estrógenos
- Inyecciones - Botox, agentes voluminizadores para "apretar" el orificio uretral o anal.
- Dispositivos médicos: insertos uretrales para aumentar la compresión y pesarios para levantar los órganos pélvicos caídos.
- Cirugía - Cabestrillos de malla sintética, reparación anterior/posterior, aumento del esfínter
Nunca acepte las fugas como algo "normal"
Que te digan que la incontinencia es inevitable tras el embarazo y el parto o que simplemente "forma parte del envejecimiento" es una experiencia demasiado común que reciben muchas mujeres. Sin embargo, nadie debería aceptar la reducción de la calidad de vida como algo obligatorio. Sí, tener hijos por vía vaginal conlleva riesgos anatómicos. Y, en efecto, la edad avanzada combinada con factores acumulativos de la vida hacen que las pérdidas sean más probables.
Sin embargo, el cuerpo femenino posee extraordinarias capacidades curativas y regenerativas si se le proporciona la información y el entorno adecuados. Además, la rehabilitación de la salud pélvica proporciona estímulos de entrenamiento específicos basados en los complejos conocimientos anatómicos de los que carecen la mayoría de los médicos. En resumen: en la mayoría de los casos, se puede conseguir una mejora significativa o una recuperación completa del control de la vejiga y el intestino a cualquier edad sin necesidad de fármacos ni cirugía. Sin embargo, es fundamental seguir un tratamiento conservador exhaustivo.
Las claves son un diagnóstico adecuado y una intervención precoz
La identificación precisa de todos los factores que contribuyen a las fugas mediante pruebas diagnósticas avanzadas permite crear programas de rehabilitación individualizados y progresivos. Las investigaciones confirman que la incorporación de un tratamiento conservador en una fase temprana, cuando aparecen los primeros síntomas, mejora los resultados a largo plazo.
La principal conclusión es que las pérdidas nunca deben despreciarse como una molestia inevitable o simplemente "parte de la vida". Acudir a expertos en suelo pélvico con la formación adecuada brinda la oportunidad de superar la incontinencia, recuperar la confianza para mantenerse activo y prevenir futuros empeoramientos en la madre, el bebé y todos los organismos.